Fundador

Adrián Pascual Urquía 
Nació el 4 de abril de 1920, en Cañada de Álvarez (La Cruz), Provincia de Córdoba, Argentina.
Fue uno de los principales protagonistas de la historia empresarial argentina, con un fuerte espíritu emprendedor y una gran capacidad de realización.

Arraigado a su tierra y a su General Deheza, desde muy joven tuvo la intuición certera del enorme potencial del sector aceitero. Así, con el bagaje que le proporcionaron su formación empírica y el brillo de su inteligencia natural, identificó las claves de un contexto macroeconómico difícil, signado durante largos períodos por la inestabilidad y el estancamiento.

Su visión y compromiso social lo acompañaron en la búsqueda de las fórmulas más aptas para, en 1948, articular el sostén financiero de su iniciativa: fundar Aceitera General Deheza (AGD).

Sus contemporáneos reconocen su capacidad de liderazgo y recuerdan que supo imponerse con un tono discreto y amable, logrando unir las voluntades necesarias detrás del proyecto empresario.

Murió en 1996, a los 76 años de edad, con la certeza de que el espíritu fundacional que transmitió con sus acciones permanece intacto, y que su creación tiene un porvenir de crecimiento asegurado. 

Empresa de Familia

Los miembros de una nueva generación de la familia Urquía y otros hombres de General Deheza comenzaron a vincularse a la actividad de la aceitera, a partir de la década del '60. Alberto Vicente, hijo de Vicente Urquía, se sumó al quehacer de la empresa en 1963. Adrián Alberto Urquía fue el primer hijo de Ñoño en incorporarse a AGD en 1968. Roberto Daniel se sumó en 1970 y Adriana Nora en 1985. Todos asumieron funciones de responsabilidad en la firma.

Visión

Adrián Pascual Urquía tuvo visión estratégica. Entendió que las ventajas comparativas naturales del campo debían potenciarse con una agroindustria moderna, integrada y competitiva. Interpretó que la Argentina interior podía hacer un gran aporte a la construcción de una economía sólida y una sociedad madura. Creyó que, para lograrlo, muchas cosas debían cambiar, y en función de ello, puso manos a la obra. Participó en la vida pública de General Deheza, su pueblo, y Córdoba, su provincia. También integró organizaciones empresarias sectoriales, y compartió foros de debate y estudio de los problemas nacionales como la Fundación Mediterránea, de la cual formó parte. Adrián Pascual Urquía integró la generación de emprendedores que fundaron, en gran medida, la Argentina moderna. Las ideas y la obra que realizó desde el interior del país lo señalan como protagonista indiscutido de esa gran historia del empresariado nacional.

Convicción

Adrián Pascual Urquía fue un hombre de la producción. Creyó en la dignidad del trabajo y en la fuerza transformadora de la industria como medio para agregar valor a los recursos naturales y generar bienestar y progreso social. Fue un empresario genuino, tomó riesgos y se animó a competir e innovar. Reinvirtió una y otra vez las utilidades, sin tomar otros atajos para crecer. Despreció la cultura prebendaria y rentística, la "plata dulce", la ganancia fácil. Asumió la función empresaria como una alta responsabilidad social, convencido de su obligación para con los trabajadores y la comunidad. Fue audaz, como todos los pioneros, pero aprendió a moderarse, con la prudencia de quien debe responder por el bienestar de la sociedad.